Gabriel García Márquez nació en Aracataca el 6 de marzo de 1927, fue un escritor, guionista, editor y periodista colombiano, quien recibió en el año 1982 el Premio Nobel de Literatura.
Resumen
- Sus obras más conocidas son:
- La hojarasca (1955)
- El coronel no tiene quien le escriba (1961)
- La mala hora (1962)
- Cien años de soledad (1967)
- Relato de un náufrago (1970)
- El otoño del patriarca (1975)
- Crónica de una muerte anunciada (1981)
- El amor en los tiempos del cólera (1985)
- La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile (1986)
- El general en su laberinto (1989)
- Del amor y otros demonios (1994)
- Noticia de un secuestro (1996)
- Memoria de mis putas tristes (2004)
A continuación, del libro Relato de un Naufrago, un resumen:
La historia de esta historia
El 24 de febrero de 1995 zarpó la nave ARC Caldas de Mobile, Alabama, luego de estar en dicho lugar durante muchos meses para su reparación obligatoria y mantenimiento. 28 de febrero de 1955, una fuerte tormenta en el Mar Caribe, hizo que ocho marineros, los cuales iban a bordo de la nave ARC Caldas, de la marina de guerra de Colombia, cayesen al mar y naufragasen, a la embarcación solo le faltaban dos horas para llegar a Cartagena cuando ocurrió lo anterior relatado, la misma siguió su camino con los otros tripulantes a bordo hasta llegar al puerto.
Debido a esos hechos, las autoridades aprobaron una búsqueda inmediata, la cual fue inútil puesto que los marineros perdidos fueron declarados muertos, sin embargo, sin ser esperado, uno de los mismos, Luis Alejandro Velasco, aparece una semana después y afirma que ha durado 10 días sin comer ningún tipo de alimentos ni ingerir ninguna bebida, indica que estuvo en una balsa en la deriva del mar, una balsa en la que resistió los peligros del mar, el sol desesperante y la soledad, que casi lo lleva a la locura, una balsa en la que solo su instinto de supervivencia lo hizo permanecer en cordura, una balsa en la que los aviones de Estados Unidos (EE.UU.), y de Colombia pasaron muy cerca y aún así, no lograron localizar.
Luego de que el sobreviviente estuviese estable, el mismo se acercó a una sala de redacción de El Espectador, en el que se contacta con un periodista muy joven de nombre Gabriel García Márquez, al que le propone contar su historia, sin toda la manipulación y exageración que se le ha puesto en otros medios y hasta del oficialismo de ese entonces. García Márquez, estuvo con el joven marinero en veinte sesiones de seis horas cada una, las mismas le sirvieron para reconstruir la historia, darle sentido y hacerla compacta.
La crónica fue publicada por El Espectador durante 14 días seguidos, y debido a su gran recepción, tuvo que ser copilada y publicada en un suplemento especial el 28 de abril de 1955. Debido que para ese entonces no existían los fotocopiadores, el trabajador debía, durante varias noches seguidas y con ayuda de una secretaria, transcribir las crónicas rápidamente.
Rojas Pinilla no se tomó muy bien que García Márquez sacase su versión de la historia oficial, debido a eso, García abandonó el país y, tiempo después, El Espectador fue cerrado por las autoridades del país.
Resumen por Capítulos
Capítulo I: Cómo eran mis compañeros en el mar
Debido a que el ARC Caldas, permanecía en Mobile Alabama, durante ocho meses por su mantenimiento rutinario, Luis Alejandro Velasco y sus compañeros salían en las noches cada uno con su respectiva novia a beber en la Taberna Joe Palooka.
Una semana antes de desembarcar a Colombia, Luis Alejandro Velasco y sus compañeros fueron al cine a ver El Motín del Caine, película que impresionó tanto a Velasco y a su compañero Ramón Herrera, que ambos decidieron, luego de servir durante 12 años en la Marina, abandonar la misma. Una noche, antes de desembarcar hacia Colombia, el marino tuvo un extraño presentimiento, al cual le hizo caso omiso, puesto que había visto la película El Motín del Caine, y estaba temeroso porque le sucediese lo mismo tanto a sus compañeros como a él. Debido a ello, Velasco, no pudo conciliar el sueño.
Los Invitados de la Muerte
Llegó el día de zarpar hacia Colombia, y Luis Alejandro Velasco, no pensaba en su novia Mary Address, quienes sus compañeros llamaban María Dirección, sino que imaginaba el qué podía suceder durante su regreso.
Jaime Martínez Diago, era teniente y fue el único oficial muerto durante la tormenta, por otra parte, estaba Luis Rengifo, quien recientemente había contraído matrimonio con una dominicana, era un joven estudioso con un inglés fluido.
Cuando todos fueron a descansar a sus camarotes, los mismos pudieron sentir el mar de leva, a lo que Rengifo bromeó, diciendo que cuando él se mareaba, el mar también lo hacía.
Capítulo II: Mis Últimos Minutos a Bordo del Barco Lobo
El 26 de febrero de 1995, por la mañana, durante la hora del almuerzo, iban navegando por el Golfo de México, entonces, en un momento poco oportuno, el barco comenzó a moverse bruscamente. Miguel Ortega, quien era cabo, tenía muchos malestares desde el desembarque y los mismos no mejoraban.
Durante la noche, al ingresar al territorio del Mar Caribe, el oleaje del mar era tan brusco que la nave se inclinaba, causando el mareo de muchos de los tripulantes, esto hizo que el temor que Luis Alejandro Velasco, volviese. Velasco le comentó a Rengifo, sus malos presentimientos, este le hizo caso omiso y afirmó que el ARC Caldas era un barco lobo.
Empieza el Baile
El 27 de febrero de 1955, a horas de la noche, los marinos recibieron una orden, era pasarse al lado de babor para hacer contrapeso y así, poder estabilizar el demoledor. A las 05:30 horas de la madrugada, Luis Alejandro Velasco, junto a Ramón Herrera, Eduardo Castillo, Luis Rengifo y Miguel Ortega, hicieron guardia en la cubierta de la embarcación.
Los tripulantes no podían descansar debido al movimiento sin parar de la nave, y a pesar de que el día se veía “bueno”, las olas seguían subiendo y golpeaban con gran fuerza a la cubierta.
Un Minuto de Silencio
Luis Rengifo comentó que el barco se hundía, por lo que nuevamente, los tripulantes se pararon al lado de babor para hacer contrapeso durante un minuto, en el que todos se sujetaban en silencio absoluto. Minutos después, dieron a orden de colocarse los salvavidas, a las 11:45 horas, una ola enorme envistió a la embarcación, arrojando a algunos al mar, Luis Alejandro Velasco vio cómo el ARC Caldas, salía de entre las olas de manera victoriosa, pero fue ahí cuando entendió todo, ellos estaban en el mar, mientras el barco se alejaba.
Capítulo III: Viendo Ahogarse a Cuatro de mis Compañeros
El ARC Caldas estaba a solo 200 metros de su locación, las cajas y el cargamento que llevaba dicha nave estaban en el mar, iban y venía, Luis Alejandro Velasco, en su desespero por sobrevivir se agarró de una de las cajas que flotaban.
A pesar de que había perdido la noción del espacio y del tiempo, pudo ver como Eduardo Castillo, quien era almacenista, estaba sujeto fuertemente del cuello de Julio Amador Caraballo, por otra parte, Ramón Herrera y Luis Rengifo yacían en el agua, Velasco, nadó rápidamente hacia la balsa para luego socorrer a Ramón Herrera, Julio Amador Caraballo y Eduardo Castillo.
En un intento fallido debido a la brisa en contra, sus compañeros desaparecieron de su vista, hundiéndose en el fondo del mar, solamente quedaba Luis Rengifo, Velasco intentó igualmente remar hacia donde estaba su compañero, sin embargo, a pocos metros de llegar, Rengifo entró en un estado de desespero, lo cual hizo que al igual que los demás, se hundiese en el mar.
Solo en el Mar
A las 12:00, Luis Alejandro Velasco, yacía solo en el mar, solo lo acompañaban su balsa y sus remos, un reloj que aún funcionaba, un anillo de oro, una cadena de la Virgen del Carmen y tres tarjetas que le dieron en Mobile durante un pase de compras junto a su novia de dicho lugar, Mary Address.
Capítulo IV: Mi Primera Noche Solo en el Caribe
La brisa era tan fuerte que movía rápidamente la balsa en la que se encontraba Luis Alejandro Velasco, quien dedujo que lo llevaba hacia el Caribe, debido a que el mar no lo llevaría hacia la costa, debido a que estaba muy adentro del mar. A la 01:00 él pensó que notarían la ausencia de él y sus compañeros en la embarcación, siempre con esperanza, creyó que enviarían un helicóptero a buscarlos en altamar, sin embargo, al brisa paró, y con la misma paró el sonido retumbante de su mente en el que escuchaba a Rengifo pedirle ayuda. El tiempo pasó y no hubo helicóptero.
La Gran Noche
Luis Alejandro Velasco esperó los aviones de rescate, mientras la noche iba llegando, nunca pasaron. Veía minuto a minuto cómo pasaba el tiempo y cómo la gran cantidad de estrellas aparecían en el cielo, las cuales intentaba identificar para poder ubicarse. A pesar de que sus instructores siempre les recomendaban no sentarse en el borde de la balsa, él hizo caso omiso y se sentó, puesto que se sentía más seguro de los peligros del mar y las criaturas marinas que pasaban debajo de su pequeña y poca segura balsa.
Ver el tiempo pasar tan lento y no ver que no iban a rescatar lo estaba volviendo loco, así que tomó la decisión de quitarse el reloj y arrojarlo al mar, sin embargo, lo pensó nuevamente y no lo hizo, y así siguió en su agonía, viendo a cada segundo, minuto y hora el reloj.
Luz de Cada Día
Llevaba días sin dormir bien, lo único que le daba esperanzas de no cerrar los ojos era poder ver las luces de los aviones en busca de los tripulantes caídos en el mar. A horas de la mañana, sintió la tibia brisa que el sol calentaba, le dolía todo el cuerpo, y recordó que si estuviera en el ARC Caldas, estaría degustando un rico desayuno en compañía de las demás personas que estaban en la nave, ese pensamiento hizo que le doliera el estómago por el hambre que le causó.
Tuvo remordimiento de consciencia, pensaba que si hubiera estado en su litera y no en la cubierta, no estuviese pasando por esa dolorosa experiencia, creyó que todo fue por la mala suerte que tuvo, estaba muy angustiado.
Un Punto Negro en el Horizonte
A mitad del día, recordó que iban a Cartagena, sus hermosos paisajes, pensaba que ya sus compañeros debían haber sido rescatados de la embarcación. Luego de un rato, visualizó en el horizonte un punto negro que se acercaba con rapidez a la balsa, Luis Alejandro Velasco, en un intento desesperado, se quitó la camisa e hizo señales con la misma para que lo viesen.
Capítulo V: Yo Tuve un Compañero en la Balsa
Mientras agitaba su camisa rápidamente, en un intento de pedir auxilio, se dio cuenta que el avión no volaba buscándolo, sino que iba a gran altura, y en un abrir y cerrar de ojos, el mismo desapareció, Luis Alejandro Velasco estaba desesperado puesto que ya para ese momento, se estaba deshidratando, sentía gran sed. Su única opción era cubrirse la cara con su camisa y acostarse boca arriba para proteger a sus pulmones del sol, y esperar a que otro avión pasase.
A las 12:30 pudo escuchar cómo un avión se acercaba, aunque el mismo no iba volando hacia la balsa de manera directa, pudo notar que el mismo le pertenecía a los guardacostas, igualmente, pudo ver cómo una persona con binóculos veía atentamente hacia el mar. Creyó que lo podían ver, por lo que agitó nuevamente su camisa con gran entusiasmo, el avión siguió, y a los minutos pasos nuevamente, sin embargo, nunca lograron ver a Luis Alejandro Velasco.
Él pensó que si lo fuesen visto lo hubieran rescatado, igualmente pensó que estaba cerca de Cartagena y de Panamá, por lo que trató arduamente remar hacia esa dirección. Mientras que las horas pasaban, más era su angustia porque no lo rescataban, y durante un momento de tranquilidad, sintió como repentinamente cayó en todo el centro de la balsa una aleta de tiburón, quien la deslizaba lentamente a lo largo de la borda.
Los Tiburones Llegan a las Cinco.
Mientras pasaban los minutos, más tiburones se acercaban a la balsa en la que estaba Luis Alejandro Velasco, los cuales se marcharon al llegar la tarde. Velasco estaba consciente de que los tiburones llegarían al día siguiente a la misma hora y luego al llegar la noche, se marcharían. A pesar de su angustia, pudio apreciar aquel maravilloso atardecer, en el que los peces de diferentes especies nadaban en el mar cristalino, en el que de vez en cuanto veía algunos restos de peces devorados por tiburones, los cuales le apetecían cada vez más. Era su segunda noche, esperando que lo rescataran, tenía hambre y sed, y a pesar de las pocas fuerzas que tenía por su debilidad, él remó hacia la Osa Menor.
Un Compañero en la Balsa
A las 02:00 am, estaba tan agotado que podía ver cómo Jaime Manjarrés le señalaba que siguiese remando hacia el puerto, intentó despertar, pero se dio cuenta que ya lo estaba y que lo seguía viendo, Manjarrés le preguntó por qué no había comido nada y no había tomado agua, luego de unos minutos de silencio, le señaló nuevamente el puerto, Luis siguió la dirección que le señalaba, pero las luces que aparecían no eran más que el amanecer que se asomaba.
Capítulo VI: Un Barco a la Vista y Una Isla de Caníbales
Luis Alejandro Velasco llevaba la cuenta de los días que tenía de naufragio marcando la balsa con rayas, sin embargo, se confundió al colocar en 28, 29 y 30 de febrero, así que dejó de marcar los días. Su cuerpo, lleno de quemaduras y ampollas, su respiración desgastada, estar sin comer y sin tomar agua potable, lo hizo llevar a tomar agua del mar, lo que no lo refrescó, pero le quitó la sed que tenía para ese momento.
A las 05:00 llegaron nuevamente los tiburones, que no atacaban la balsa pero se sentían traídos hacia la misma.
Barco a la Vista
Jaime Manjarrés lo visitaba todas las noches para conversar con él, y durante sus charlas, Luis Alejandro Velasco pudo ver cómo a 30 kilómetros un gran barco se acercaba lentamente. Velasco estaba muy agotado y la brisa en contra le impedía remar rápidamente, por lo tanto, tuvo que dejar ir el barco.
Ya en su quinto día por la mañana, debió la dirección de la balsa debido a que no quería llegar a una isla que estuviese llena de caníbales, por lo que consideró que seguir en el agua era más seguro que estar en la tierra.
A mitad del día, trató de remar con fuerza, por primera vez durante los días que llevaba en la balsa, los peces la golpeaban puesto que su cuerpo se estaba pudriendo. Velasco pudo ver siete gaviotas, lo cual significaba que cerca había tierra, una de las mismas se postró en el bote, Lui esperó ansiosamente que la gaviota se acercase para poder agarrarla y comerla.
Capítulo VII: Los Desesperados Recursos de un Hombre Hambriento
Los instructores les habían advertido que no debían matar a las gaviotas puesto que eran señales de que ya iban a salvarse, sin embargo, el hambre pudo más que lo que le habían dicho, por lo que se acercó, la agarró, y le torció el cuello, al ver las tripas y la sangre en sus manos, solamente sintió repulsión, por lo que no comió la misma.
Tiró la gaviota al mar para que los peces se la comiesen. Esa misma noche, Jaime no lo visitó.
Ya Era un Hombre Muerto
Al sexto día perdió la razón y olvidó las cosas que habían sucedido anteriormente, se esforzó para poder amarrarse a la balsa y así no morir como comida para los tiburones, le dolían sus extremidades y hasta las mandíbulas, por lo que mascó las tarjetas que tenía de Mobile.
La séptima noche pudo dormir, a pesar de las olas que golpeaban la balsa, pudo descansar.
Capítulo VIII: Mi Lucha Con Los Tiburones por un Pescado
Luego de estar durante siete días perdido en el mar, dejó de insistir en una lucha que no tenía fin, ahora podía apreciar el paisaje, los peces, quienes ahora lo acompañaban en su travesía por sobrevivir. Mientras que los apreciaba, intentaba agarrarlos, los mismos lo mordían, lo cual hacía que botara sangre, lo que llamó a los tiburones, quienes de manera agresiva devoraban los peces alrededor de la balsa.
Mientras que los tiburones luchaban, un pez de metro y medio saltó adentro de la balsa, Luis Alejandro Velasco lo agarró, era verde y escamoso, él creía que era venenoso, pero tanta era su hambre que le dio un par de bocados, los cuales le sirvieron para tener más energía, energía que necesitaba para esa situación en la que se encontraba.
Quería guardar el pez para sus próximas comidas, pero en un descuido lo perdió en una lucha con un tiburón, tanto fue su enojo, que golpeó al tiburón con un remo, el cual lo mordió y lo partió en dos pedazos.
Capítulo IX: Comienza a Cambiar el Color del Agua
Solo lo acompañaban dos remos, los cuales no quiso perder, por lo que dejó de luchar en contra del tiburón. El clima había cambiado, parecía que fuese a llover, por lo que se quitó los zapatos para recoger agua que pudiese tomar, de pronto, sin esperarlo, hubo un fuerte viento, tanto así que volteó la balsa en la que estaba y lo tumbó, rápidamente intentó subirse y amarrarse nuevamente a la misma para que eso no fuese a suceder nuevamente.
A las 12:00 de la noche ya no habían tiburones, y justo a esa hora, otra ola volteó la balsa, sin embargo, él estaba amarrado a la misma, a pesar de que se sintió afortunado, le costó desamarrarse para volver a voltearla, en ese momento, lo único que le angustiaba era poder mantener la balsa estable.
El Sol del Amanecer
El mar estuvo picado durante ese día, tampoco hubo lluvia, Luis Alejandro Velasco tuvo que tomar más agua del mar. Era su octavo día, vio una gaviota negra y el agua se tornó verdosa, por lo que decidió permanecer despierto y observar si había alguna luz que proveyese de la costa.
Capítulo X: Perdidas las Esperanzas, Hasta la Muerte
La gaviota negra lo acompañó durante la noche, no se la comió, la misma solo le picoteaba la cabeza como si lo estuviese acariciando, dando aliento para seguir adelante. Al amanecer, ya en su noveno día, todavía no había tierra cerca, tenía una gran barba, su aspecto ya no era el mismo, estaba desnutrido y deshidratado, era tanto el dolor que tenía que había decidido voltearse boca abajo para exponer sus pulmones al sol y así poder morir, no sentía nada, sólo le venían recuerdos de toda su vida, como si fuese una película, sin embargo, el miedo vino nuevamente, decidió vivir, y luchar hasta el último segundo de su vida.
La Raíz Misteriosa
Ya llevaba nueve días en el mar, no había ni una señal de tierra cerca de él, sin embargo, al ver nuevamente, notó que había unas raíces de unos cabos de unas mallas, lo cual significaba que por fin, estaba cerca de la orilla, cerca de la salvación. Ya para ese momento, lo único que le quedaba era rezar, en ese momento, sintió que iba a fallecer.
https://www.youtube.com/watch?v=1×40-pnAGng
Capítulo XI: Al Décimo Día, Otra Alucinación: La Tierra
La noche se le hizo eterna, alucinó tanto. Después de tantos días, no cayó en el mar, ya ni sabía cuánto tiempo había pasado desde que cayó del ARC Caldas, sin embargo, la primera herida que tuvo, la de la rodilla y la fuerte fiebre por la infección y el sol, hizo que sintiera nuevamente.
Cuando amaneció creyó ver unas palmeras en lo más lejano, por fin, estaba a dos kilómetros de Punta Caribana, pero no tenía remos que utilizar pues los había perdido, por lo que, tomó todas sus fuerzas, las juntó y nadó hacia la orilla, mientras que poco a poco iba nadando, su cadena de la virgen del Carmen se desprendió de su cuello, logró recuperarla y la colocó en su boca, sin embargo, dejó de ver la tierra, pero estaba muy lejos para volver a la balsa, no sabía qué hacer.
Capítulo XII: Una Resurrección en Tierra Extraña
A los 15 minutos después de nadar, vio nuevamente la tierra, nadó, a pesar de su agotamiento, nadó y nadó sin parar, sus heridas no fueron impedimento, puesto que más eran sus ganas por sobrevivir. Cuando por fin, llegó la playa, descansó por unos 10 minutos en la arena para poder tener fuerzas para caminar.
Pudo visualizar un coco, el cual intentó abril para poder beber de su agua, pero en un intento fallido utilizando sus llaves, no pudo. A lo lejos, pudo escuchar a un perro ladrar y acercarse, por lo que entendió que había una población cerca, vio a una mujer de piel muy oscura, por lo que creyó que estaba en Jamaica y le habló en inglés, tanto fue el susto de la mujer al verlo que huyó de aquel lugar, no estaba en Jamaica, estaba en Colombia.
Luego de unos minutos vio a un hombre pasar con unos burros, Luis Alejandro Velasco le explicó, el hombre desconocía de la tragedia del ARC Caldas, por lo que le dijo que iba por ayuda y que ya volvía.
Capítulo XIII: 600 Hombres me Conducen a San Juan
Luego de 15 minutos, el hombre volvió con la joven que había huido de él, lo subieron en un burro y lo llevaron a su casa, en donde lo atendieron dándole agua con azúcar y canela, puesto que no sabían el estado en el que estaba. Todos desconocían de la tragedia puesto que para allá no habían llegado los periódicos, Luis Alejandro Velasco tuvo que ser escoltado a Mulatos.
Capítulo XIV: Mi Heroísmo Consistió en No Dejarme Morir
Mientras estaba en el Hospital Militar, Luis Alejandro Velasco, tenía un guardia que lo cuidaba para que nadie se le acercase y le incomodara u ocasionara molestias.
El último de sus días, un periodista, el cual estaba disfrazado de doctor logró burlar la seguridad y entró, sin embargo, el guardia sospechó y se interpuso entre las preguntas del supuesto doctor, sin embargo, al día siguiente el periódico El Tiempo, sacó un artículo con los dibujos que Luis Alejandro Velasco le había hecho al periodista con identidad falsa de doctor, le recomendaron demandarlo, sin embargo, Velasco vio esa acción como algo muy peculiar y original.
Luis Alejandro Velasco era un héroe por haber sobrevivido durante 10 días, a la deriva, sin ningún alimento aceptable ni agua potable, al tiempo, se dio cuenta que su intento por sobrevivir se convirtió en un gran negocio lucrativo, puesto que le ofrecían cantidades de dinero por ir a la televisión y contar su historia, por hacerle publicidad a algunos artículos.
Si te gustó este artículo, también puedes echarle un vistazo a los siguientes:
Ética para Amador: Resumen, opinión y análisis
Juvenilia: Resumen, análisis, y biografía del autor