Los hornos de Hitler (Libro): Resumen y Opiniones

En esta oportunidad, te traemos un completo resumen con opiniones incluidas de uno de los libros más crudos sobre el holocausto judío, hecho ocurrido por órdenes de Adolf Hitler en la segunda guerra mundial, en este artículo conocerás con gran detalle cada uno de sus capítulos, analizaremos el trasfondo de la obra de Olga Lengyel, sobreviviente de los campos de concentración y por ultimo concluiremos con nuestra apreciación de esta obra, ¡Acompañanos en el resumen de los hornos de hitler!

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Preámbulo de la obra

La presente obra literaria se puede describir mayormente como un testimonio esto se debe a que no reúne las características necesarias para ser considerada una crónica, entre sus líneas se encuentra el desgarrador relato de una sobreviviente de los campos de concentración del ejército Alemán ubicados Auschwitz y Birkenau.

Estos campos de concentración infamemente celebres en la historia debido a que son el punto cúspide del más bajo nivel de crueldad y el fanatismo desenfrenado que se ha presenciado en mucho tiempo. En esta ocasión podemos decir sin lugar a dudas que la realidad de estos hechos supera ampliamente a cualquier obra de terror fantástico, debido a que se palpa la profunda negrura que puede engendrar el alma humana en tiempos de guerra.

La autora de esta obra, Olga Lengyel, redacta sin ninguna censura todas sus experiencias en los tan temidos campos de concentración nazi, desde su arribo, hasta la liberación por parte del ejército soviético. Sus muy gráficas y acertadas descripciones comprenden la esencia de este excelente libro. El objetivo de la autora no es más que el de contar su desgarradora experiencia como parte de un llamado de atención, teniendo como objetivo el jamás olvidar tan horribles acontecimientos.

Resumen de la obra por capítulos:

En el siguiente apartado realizaremos un resumen de los hornos de hitler,  toda la obra por capítulos, todo ello para una mejor comprensión y análisis del mismo, la obra está dividida en un total de 27 capítulos donde se narran todas las experiencias vividas por la autora, no perdamos tiempo y ¡comencemos!




Capítulo I: “8 caballos o 96 hombres, mujeres y niños”.

A comienzos del año de 1944, la mayor parte del continente europeo estaban bajo el yugo nazi. Esto quiere decir que, una gran cantidad de personas sufrieron horribles abusos por parte de la ideología del exterminio de judíos.

Todo el relato se da lugar en la ciudad de Klausenburg o Clud como era mejor conocida en la antigua capital de Transilvania. En la ya mencionada ciudad existía un matrimonio de doctores, los cuales eran Miclos y Olga Lengyel, estos tenían la suerte de contar con su propio hospital, todo esto fruto directo del trabajo y dedicación que imprimía en su labor el esposo en este matrimonio judío.

La familia estaba compuesta de dos hijos: Thomás y Arved, los cuales son los los padres de la autora del libro. La enorme amenaza de una ciudad que podía quedar en medio de la guerra se respiraba en cada rincón de la misma, sin embargo, el gobierno local era un abierto aliado del régimen Nazi y prestaba su colaboración.

En sí, los miembros de la familia pensaban que las afirmaciones de un oficial del ejército alemán que los cuestiono antes de su arresto, eran meras exageraciones, todo esto producto de una mente delirante con el objetivo de infundir miedo en la población. Algunos ecos se repetían de los campos de concentración judíos. Era inadmisible creer que tanta maldad era siquiera posible en este mundo.

Se conoce muy bien que parte de la idiosincrasia del Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes se caracteriza enormemente en la firme afirmación de la existencia de una raza superior. Esto quiere decir que los alemanes son de raza Aria, herederos directos de una raza caucásica, la ventaja de esta raza residía en no mezclase nunca con cualquier otra.

Según los nazis esta raza es superior a todas las demás y por esta simple razón estaba destinada a dominar al mundo. Este absurdo dogma, fue peligrosamente creído por millares alemanes entre soldados y civiles, desembocando la segunda guerra mundial.

Esta ideología dogmática produjo el despido masivo de millones de judíos, la confiscación de todas sus pertenencias y en un instante millones de judíos quedan reducidos a la pobreza extrema. Ahora bien, el gobierno de Hungría era pronazi, por esta razón, se colaboraba con la acción de la policía secreta alemana, mejor conocida como la Gestapo, y las fuerzas de los SS.

Lo primeros abusos que sufrieron fueron los saqueos a las propiedades por los mismos soldados, así como las ejecuciones en masa de los bosques, esto era considerado normal por los alemanes. Los cuerpos eran desechados en los ríos. Es bien sabido que, durante mucho tiempo, las mujeres que adquirían pescado en el mercado, se sorprendían por descubrir el espeluznante hallazgo de restos humanos en el estómago de los peces al limpiarlos.

En el seno del partido nazi, ya se había empezado a fraguar una idea nefasta ¿Qué hacer con los negros, gitanos, árabes, latinos y todas las razas que no sean Arias? La salida era la exterminación. El pueblo Judio, Los más de once millones que vivían en el corazón de Alemania serían el primer blanco. Después de esto se nombra al infame Adolf Eichmann, como encargado de ejecutar «La solución final».

Retomando la historia de la familia, El doctor Lengyel fue entregado por un médico colega, este, había observado el nombre del mismo en una lista de sospechosos del régimen, Este denunció a su colega doctor y empieza extorsionar a su esposa firmando unos documentos dónde resalta que vendió el hospital y su casa. Olga Lengyel invadida por el terror de no ver más a su esposo firma los papeles.

Después de los anteriores acontecimientos, solo queda la huida como única solución posible debido a que la guerra ha llegado al pueblo, significado que las deportaciones empiezan a vaciar la comunidad rápidamente.

El doctor Miclos será enviado al corazón de Alemania, Su esposa trata desesperadamente de salvarlo, tiene la opción de reunirse con él, sin embargo, no sabe qué hacer con sus padres e hijos.

Un destacado oficial nazi les sugiere que puede llevarse a toda la familia si quiere, así que les recomienda abordar un tren que los llevaría a ese destino. Olga, Miclos, y toda su familia llegaron a la mencionada estación de ferrocarriles, en este lugar habían vagones aptos para ocho caballos, en los cuales apretujaban a 96 personas por vagón.

Todas estas personas partieron a un rumbo que no conocían, estos, si deseaban comer o alguna bebida para aliviar su sed tenían que ceder sus prendas valiosas a los oficiales alemanes para poder hacerlo. Tres personas perecieron de hambre dentro del vagón pero a ninguno de los soldados le importaban las suplicas de las personas encerradas allí. Las puertas finalmente se abrieron cuando estos llegaron a su destino final.

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Capitulo II: La llegada

El tren finalmente se detuvo en su destino, no obstante, no fue hasta la noche siguiente que fueron sacados de esos apretados vagones para caballos. En ese instante los médicos fueron separados, tanto, así como separar a hombre y mujeres en diferentes sitios. En el pandemonio del momento las ambulancias arribaban para supuestamente retirar a los enfermos de las demás personas.

Todas las familias son cruelmente separadas entre gritos y lágrimas. Cada uno de los trenes descargaba aproximadamente unos cinco mil pasajeros, todos ellos eran escoltados por guardias del ejército alemán para finalmente ser divididos, los niños y los viejos a la izquierda.

Olga tenía la impresión de que a los mayores se les enviarían a realizar trabajos forzados y dice una mentira al comentar que su hijo mayor no tiene ni siquiera 12 años de edad.

De este modo, todo su grupo familiar, Exceptuando ella y su esposo pasaron a integrase a las filas izquierdas de la estación, en ese momento una tenue brisa transportaba un leve olor a carne quemada, el ambiente era muy hostil, Todo estaba gobernado por alambres electrificados de púas, impidiendo a cualquiera escapar de allí.

En la instancia final del primer día el matrimonio fue separado, todas las mujeres fueron forzadas a desnudarse y las trasladaron a un hangar vacío.

Olga se las ingenió para poder pasar unas píldoras de veneno de contrabando, todo esto por si necesitaba de esa última opción, quitarse la vida, sin embargo, un pensamiento estaba muy presente en ella «mi vergüenza estaba superada por mi miedo». Examinaron a todas las mujeres delante de militares muy ebrios para luego rapar sus cabezas.

Por último, Cada intento de subversión y desobediencia era cruelmente castigado con brutales golpes a la cabeza. Olga estaba ubicada en el campo de concentración de Birkenau, a solo ocho kilómetros del campo de concentración de Auschwitz.

En esa ocasión, un edificio de ladrillos perfectamente rojos despedía un extraño olor dulce, esto llamó inmediatamente la atención de Olga; se le comentó que era una simple panadería.

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Capitulo III: La barraca 26

Como toda mentira, pronto todo se descubrió. El destino al cual habían llegado Birkenau solo era la última de las paradas para los otros campos los cuales sólo eran de trabajos forzosos.

La estación de Birkenau en realidad era un terrorífico campo de exterminio en el cual las cámaras de gas mataban rápidamente a miles de personas y los hornos crematorios simplemente, no dejaban de funcionar es allí donde entra la barraca 26, la cual se describía como un establo donde existían  unas camas en las cuales dormían de entre 16 a 20 personas apretujadas.

Estos sitios recorrían todo el campo y eran iluminadas permanentemente por las noches con fuertes reflectores para evitar que escaparan en el manto de la oscuridad.

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Capitulo VI: Las primeras impresiones

Dos días después de pasar hambre, les arrojaron su primera comida, un brebaje de sabor asqueroso que irónicamente llamaban café, el almuerzo consistía en una sopa de olor nauseabundo, y por la tarde, solo les ofrecían a estas pobres almas un trozo de pan negro, las encargadas de custodiar a las mujeres  agredían a ante la menor de las provocaciones.

En ese recinto, Irka, una mujer polaca que estaba desde hace cuatro años atrapada en el campo de Birkenau le habla finalmente a Olga de los hornos.

Olga enfrentó amargamente que había enviado a todos sus seres queridos a la cámara de gas, Incluyendo a su pequeño hijo quien no había sido elegido por ser menor. Olga totalmente desmoralizada intenta desesperadamente localizar debido a que, por ser doctor pudiera estar vivo en alguna parte del campo.

Súbitamente Cuando lo encontró, los dos se horrorizaron al percatarse del rápido cambio físico que sufrían, sus demacrados cuerpos rapados se toparon frente a frente. Miclos en su desesperación le pide veneno a su esposa y luego se arrepiente. Son vistos por soldados alemanes y doblegados con extrema brutalidad. En la mañana , los hombres fueron removidos del campo.

Olga Lengyel

Capitulo V: La llamada a lista y las selecciones.

La rutina en el campo consistía en dos llamados a lista diarios; uno en la mañana al amanecer y otro a las a las tres de la tarde, era muy común dejar a estas pobres mujeres esperando horas bajo el sol, incluso de rodillas.

En total se encontraban mil cuatrocientas mujeres en ese sitio, treinta y cinco mil en todo el campo y un total de doscientos mil en todos los campos combinados en las áreas de Birkenau-Auschwitz.

Era una ley inamovible que todas las mujeres debían estar allí, estén donde estén y sin importar su estado de salud, todas presentes para el llamado a lista. Si por algún motivo llegaba a faltar una mujer, sin siquiera considerar su muerte, había severos problemas para todas las demás.

Estas selecciones eran realizadas por el doctor Mengerle, el doctor Klein, Irma Griese y otros altos mandos nazis en la zona.

La inquietante verdad es que en esta selección se escogían a las personas que irían a la cámara de gas y algunas veces para industrias. Se llevaban de veinte a cuarenta personas por cada barraca. En promedio se enviaban a la muerte a seiscientas personas diarias en todo el campo.

Capítulo VI: El campamento

En el campo de concentración existía una avenida principal de medio kilómetro de largo, era lúgubremente rodeada por decenas de barracas por cada lado. Estas eran sitios sucios y tristes, en alguna de estas se almacenaba comida, en las demás se encerraba a las desafortunadas mujeres.

Existía una líder por cada barraca llamadas “Blocovasmismas” estas tenían muchos privilegios como lo son comida, prendas, y de escoger esclavas entre las reclusas para su servicio. Las recluidas reñían entre ellas, esto se debe a que el robo era la única manera de no morir en ese infierno.

Se hurtaba la ropa por muy deshilachada que estuviera. Se robaba la mísera comida o cualquier cosa que pudiera servir para el mercado negro entre las cautivas.

Capítulo VII: Una proposición en Auschwitz

Nuestra protagonista se percató de un hombre polaco que esbozaba una sonrisa a pesar del dantesco espectáculo que desfilaba ante sus ojos. Tenía cuatro largos años en campos de exterminio y según recuerda Olga, «era la única voz que tenía sonidos humanos». Los dos desafortunados comienzan una amistad.

Su nombre era Tadek,  el cual invita a Olga a salir de la desdichada barraca y la acompaña a un sitio en el cual otros prisioneros (había muy pocos hombres) preparaban una papa.

Para Olga esta postal era increíble, debido a que ninguno de estos alimentos tenía como objetivo a los reclusos. El joven Tadek, empezó por enseñar sus intentos de querer seducir a nuestra protagonista, la cual encuentra una pronta desilusión del único amigo que tenía en ese instante.

El joven no sé disculpa, conversa con Olga y le comenta que la estadía en un campo de exterminio es devastadora y todos los que residían procuraban pequeños placeres.

Es por ello que, por medio de sus contactos, El joven Tadek podía canjear comida por sexo. Olga tenía muchos días sin comer y se dirige a un lugar donde sabía que los hombres se congregaban y había la oportunidad de que alguno de ellos le compartiera un trozo de pan.

No obstante, esta encontró a una multitud de personas en la diminuta estancia donde se cambiaba comida por favores sexuales, esto era la ley entre los reclusos.

Observó a un anciano el cual remojaba su trozo de pan se encontró con una patata, El pobre hombre no podía masticar por carecer de dientes, de manera compasiva se lo ofreció a Olga y cuando ella se destinaba a comer su vital alimento, le fue robado por otra mujer inmediatamente. De nada sirvieron los reclamos. La ley del más fuerte se imponía en este infierno.

Capítulo VIII: Soy condenada a muerte

Después de pasado un tiempo, nuestra protagonista Olga Lengyel era un despojo humano, víctima de la fiebre y ataques de tos. Un día, la seleccionaron junto con otras a un cruel destino, la cámara de gas. Olga estaba sorprendida, las mujeres omitían la existencia de estas cámaras y los hornos donde cremaban a los cadáveres.

En ese momento se encontró con la tarea de hacerlas reaccionar o simplemente dejarlas en sus fantasías de salvación.

Una de sus compañeras llamada Magda, era una de estas. Olga tristemente le dice que tienen que huir. Magda se resiste a asimilar la situación. En un descuido de los soldados, Olga tuvo la suerte de escapar a otra barraca, se cambia su ropa y regresa a su barraca. La jefa de su zona pudo reconocer a la mujer, esta le pidió sus botas a cambio de su silencio. Olga aceptó.

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Capítulo IX: La enfermería

Después de su experiencia cercana a la muerte, Un día se da el aviso de la construcción de una enfermería en la barraca quince. Después de una semana, se aperturó un hospital. Es entonces cuando nuestra protagonista es nombrada parte del personal y es transferida a la enfermería, su situación mejora significativamente.

Todos los días se levantaba antes de amanecer y atendía a las personas hasta anochecer. Diario podía recibir a más de mil quinientas enfermas.

Aunque en el centro médico de la barraca existía un número aproximado de 500 pacientes, era claro que los medicamentos escaseaban la medicina y el agua se agotaban, las operaciones en pacientes se hacían en condiciones precarias, pocos sobrevivían.

Era tal la suciedad, que nuestra protagonista relata haber dudado fehacientemente de sus teorías sobre la limpieza de los instrumentos. El total de mujeres en este campo de concentración era de unas treinta mil, solo cinco doctoras las atendían a todas ellas.

Estas valientes cinco mujeres que atendían en la enfermería no contaban con un uniforme y atendían a las pacientes con los mismos andrajos sucios de siempre. Hubo una mejoría en la situación cuando súbitamente se les asignaron el viejo urinario de la barraca doce.

En seis camastros donde se acomodaban y dormían apretadas, sin embargo, eso era mejor que dormir con centenares de personas en un lugar claustrofóbico.

Capítulo X: Un nuevo motivo para vivir

Era bien sabido que el campo era básicamente poblado de mujeres, no obstante, existían algunos jóvenes sufriendo con ellas. Un joven francés, Nombrado por Olga como L, terminó por convertirse en un visitante muy frecuente de la enfermería. Además de su humor hilarante y cómico , L siempre  traía las noticias más actuales sobre la situación de la guerra en Europa .

Estas esperadas noticias Aumentaban mucho el espíritu y las esperanzas de las reclusas, pues no tenían acceso a ningún dato del mundo exterior.

Nuestra protagonista en ese entonces sufría de una profunda depresión, sin embargo, L la llama y la anima de manera eufórica a seguir su labor.

Este le habla de su labor y de todo el sufrimiento que puede llegar a quitar a sus pacientes. Olga le hace una singular pregunta  “¿Qué tengo que hacer” L la anima a informar a todos de la situación externa, del estado de la guerra, darle vida y esperanza al espíritu golpeado de todas las reclusas con esas noticias, sería una prefecta oficina de información.

En esta improvisada oficina, se le entregarían cartas y paquetes, ella jamás podría saber el nombre de ninguna de las personas a las cuales le llega esa correspondencia, ni tampoco sabrán su nombre por razones obvias de su propia seguridad, el riesgo era enorme, si era descubierta, seria mandada a ejecutar de manera cruel, o simplemente moriría en una cámara de gas como miles de personas que habían sufrido el mismo destino, para luego ser quemadas.

Ella sabía que todos se tenían que enterar de los horrores de los campos de exterminio nazis. Olga aceptó y valientemente se unió a la resistencia dentro del campo de concentración. De ésta forma, Olga lentamente supo toda la verdad, todo lo que ocurría en Birkenau y Auschwitz, el infierno que era ese sitio.

En anteriores ocasiones los seleccionados en los campos eran brutalmente fusilados , sin embargo en el año de 1941 se construyeron 4 crematorios. Tanto judíos como cristianos eran enviados por igual al crematorio para ser incinerados.

Fue finalmente a partir del año de 1943 que se empezaron a practicar las ejecuciones masivas como parte de «la solución final» solo se exterminaban a los europeos que practicaban la religión judía y a los gitanos en todo el continente.

Dos de estos crematorios eran gigantescos y acababan con una cantidad inaudita de cadáveres en poco tiempo. Cada uno de estos crematorios consistía en un horno gigantesco, una enorme chimenea y la cámara de gas, eran auténticas fábricas de muerte, las chimeneas eran alimentadas en sí por cuatro hogueras que devoraban las almas torturadas del campo.

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Los cuatro hornos que se encontraban funcionando en el campo de Birkenau eran calentados por un total de 30 hogueras, las cuales podían destruir y degradar 360 cadáveres a cenizas en solo medía hora, y unos impresionantes 17.280 cadáveres cada diarios.

Además, Olga también señala la existencia de las temidas «fosas de la muerte” en estas eran ejecutadas un promedio de 8.000 personas diarias, en total unas 24.000 personas eran reducidas a simplemente polvo por el odio nazi.

Olga relata tristemente en este capítulo que, llegaban al campo de Birkenau dos o tres trenes, cada uno de estos con 50 vagones repletos de infortunados judíos, enemigos del estado, criminales, prisioneros del bando contrario y civiles comunes y corrientes.

Todas estas personas llegaban totalmente engañados para repetir eternamente la misma rutina que vivió nuestra protagonista: hacia la izquierda los condenados a muerte y hacia la derecha, los destinados a trabajos forzados en Auschwitz.

El desgarrador relato era el siguiente: El procedimiento era simple, los deportados llegaban con falsas aspiraciones infladas por los nazis, había pocos elementos del ejército alemán, si las familias temerosas querían estar reunidas se les daba permiso de hacerlo, mientras tanto en el  fondo se escuchaba algún conjunto lúgubre de jazz, después de les decía que debían bañarse para desinfectarse de la suciedad del tren, en ese momento se consagraba el crimen de lesa humanidad, se amontonaba la mayor cantidad de personas en un cuarto que simulaba un baño público.

Momentos después se cerraba la puerta y cuando la temperatura del recinto se elevaba, un soldado alemán arrojaba una mortífera pastilla de gas cianuro.

La muerte era casi inmediata. Cuando se abrían las puertas de la cámara de gas, se podían deslumbrar todos los cuerpos amontonados unos sobre otros, los que agonizaban eran levantados con fuerza y llevados a las fosas para darles el tiro de gracia, lo que habían muerto eran arrojados entre los cadáveres para ser llevados a los hornos crematorios, todo esto después de extraerles los dientes de oro, pertenencias valiosas y cortarles el pelo.

Obviamente un alemán jamás haría este trabajo sucio, toda esta labor era realizada los mismos presos que solamente estaban ya sin esperanzas su turno para morir, tarde o temprano.

Camara de gas

 Capítulo XI : Canadá

En este capítulo, la autora resalta una anécdota interesante, Canadá, era el apodo con que se conocía el edificio que resguardaba los objetos de valor que habían sido arrancados de sus dueños antes de ser ejecutados vilmente por la cámara de gas. En ese recinto, laboraban unos 1200 hombres y 2000 mujeres.

En su interior, se podían conseguir, desde simples juguetes hasta botellas de vino de gran valor, es pertinente decir que laborar o conocer a alguien que trabajaba en el Canadá, significaba una enorme ventaja para sobrevivir, un mercado en las sombras se destacaba en su interior.

Un kilo de mantequilla por 500 marcos, un kilo de carne por 1,000 marcos, un cigarro, 7 marcos, precios inflados por la vida.

Capítulo XII: El depósito de cadáveres

Como ya lo hemos ido resumiendo, Olga, trabajaba como enfermera en el hospital del campo de concentración, sin embargo, eso no le exoneraba ser explotada, como todas, en la penosa tarea de transportar los cadáveres.

Simplemente, el trabajo se basaba en poder trasladar los cuerpos de la enfermería al depósito de cuerpos del campo de concentración. Era muy habitual, cuenta nuestra protagonista, que sus pacientes eran su propia carga en cuestión de solo días.

Olga empezó a notar que tenía serios problemas con su periodo menstrual, por lo cual se sentía muy extrañada; y no pasaría mucho tiempo en darse cuenta que estaban realizando horribles experimentos para dejar estériles a las mujeres en ese recinto, las sustancias desconocidas eran agregadas al alimento para que surtieran el efecto.

Capítulo XIII: El «Ángel de la Muerte» contra el «Gran Seleccionador»

El infame medico Fritz Klein, quién había elegido a Olga Lengyel para desempeñar el trabajo de enfermera, era importante oficial del alto mando quien, junto a Irma Griese y otros oficiales eran los encargados de ordenar la muerte de miles de judíos diariamente. Cuanta este capítulo, que eran los días lunes , miércoles y sábados donde se realizaban las tan temidas selecciones.

Irma Griese poseía la edad de tan solo 22 años y según la autora del libro, era una mujer extremadamente hermosa que disfrutaba caminar frente a las reclusas moviendo sus pronunciadas caderas y exhibiendo sus perfumes a las esqueléticas mujeres. La maldad de esta mujer era muy palpable, esto se debe a que azotaba con un largo latigo a las mujeres sin provocación alguna.

Por otro lado, el doctor Klein, contrario a Irma Greise poseía algo cercano a la bondad, por lo menos podía llegar a parecer como humanidad, Esto se debe a que había «deseleccionado» a varias mujeres que ya esperaban sin esperanza alguna la muerte en las cámaras de gas.

En algunas oportunidades, la protagonista de esta historia cuenta como luego de sus suplicas, el doctor Klein había dado una segunda oportunidad de vivir a un aproximado de 30 mujeres. Olga Lengyel era usualmente castigada por Irma Greise, en una de esas ocasiones apareció el doctor Klein, mandando a llamar a la pobre Olga, golpeada por el látigo.

Luego de lo anterior, Olga rompió filas y se acercó a Klein quien le ofreció un paquete de medicamentos. Irma Griese, no pudo soportar eso sobre su autoridad y enfrentó al doctor. Klein no se disminuyó frente a la cruel mujer debido a que era el jefe de sanidad de todo el campo. Ambos riñeron por un instante por Olga. Cuando esta llegó a su barraca, confrontada por el «ángel de la muerte» quien la golpeó repetidas veces con brutalidad.

Irma Grese

Capítulo XIV: Organización

Cuando la autora de esta cruda obra habla de organizar se refería a un sinónimo directo de robar; nada más y nada menos que robar a los nazis para garantizar la propia supervivencia en tan espantoso lugar. El francés L pudo robar 5 cucharas y de las cuales obsequio una a Olga quién, como todas las demás mujeres en el campo comía con las manos. Por desgracia, su cuchara rápidamente fue organizada por una antigua millonaria, esto lo descubriría mucho tiempo después.

Capítulo XV: Nacimientos malditos

En este recinto de sufrimiento se ofrecían favores sexuales por comida, no era de extrañarse que aparecieran embarazos, estos eran un problema severo en la enfermería. Indistintamente de la la increíble suciedad, tenían la completa certeza de que, si la criatura y la madre salían con vida del parto, serían enviados de manera rápida a la cámara de gas a morir.

Es por ello que únicamente los niños que nacían sin vida podían obsequiarle unos instantes más de vida a las madres. La narradora de esta historia, acompañada de otras enfermeras tomaron la penosa idea de sacrificar recién nacidos para que sus progenitoras sobreviviesen.

Los alemanes prevenían con todos sus esfuerzo la descendencia de los prisioneros. Esto quería decir que, si una mujer se embarazaba era ejecutada inmediatamente , aun así, algunas lograban el milagro de ocultar su embarazo hasta el alumbramiento, no obstante, sus bebes, estaban condenados a perecer en Birkenau.

Capítulo XVI: Algunos detalles de la vida detrás de las alambradas

Ya en los finales del año de 1944, todo lo relacionado con la vigilancia había mermado a tal punto, que existía la facilidad para que tanto hombres como mujeres, pudieran charlar a través de las cercas que dividían el campo. Los romances se produjeron en la penosa distancia. Muchos abandonaron su vida justo en la cerca eléctrica al no poder ver más a su pareja.

Olga fue eternamente marcada con el número 25, 413. Existían una enorme cantidad de significados para esos tatuajes. Se marcaba su origen, su delito, la religión, o su carácter de condenado a muerte, entre distintas cosas.

El poner en practica cualquier religión dentro del campo de concentración estaba tajantemente prohibido, las personas religiosas eran las más vapuleadas por los soldados nazis.

Los sacerdotes y rabinos eran obligados a realizar las tareas más duras y las monjas, eran forzadas a observar sacrilegios antes de ser abusadas por toda la tropa de soldados. Olga recuerda a una monja que se mantuvo y replicó a los alemanes «No hay nación que pueda existir sin Dios».

Capítulo XVII: Los métodos y su insensatez

No eran raras las torturas a los prisioneros, estas podían llegar a ser completamente sádicas para ellos. Las mujeres eran forzadas a mover enormes piedras de un sitio a otro sin motivo alguno, eran forzadas a limpiar las fosas usadas como letrinas. El olor que despedían esas mujeres despues de esa tarea era inamovible.

Los cambios de barracas eran muy usuales, la propagación de piojos también lo era. Todas las mujeres recluidas allí fantaseaban con escapar, pero era virtualmente imposible.

Las custodias eran recompensadas cada vez que capturaban a una prisionera, la alambrada era eléctrica, había perros entrenados que mataban sin dudar, y el espantoso sonido de las sirenas era una constante. Tadek, el hombre polaco que seducía a Olga intentó escapar, fue capturado y su castigo fue pagar con su vida al ser ejecutado.

Capítulo XVIII: Nuestras vidas privadas

La mitad de un año aproximadamente vivió Olga con 6 personas en la enfermería, después, todo el personal se duplicó, pues existían múltiples epidemias las cuales se multiplicaban. Esas personas son recordadas con cariño por ella. La sarna se apoderó de Olga, quién continuaba recibiendo y entregando paquetes en secreto para la resistencia judía.

Capítulo XIX: Las bestias de Auschwitz

Existían antagonistas infames en estos campos, Joseph Kramer la «Bestia de Auschwitz» era conocido por ser el comandante del campo.

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Es celebre por asesinar en una tarde a millares de checoslovacos judíos por capricho. Olga, observó perpleja, que este personaje mandaba a formar  en filas a los prisioneros para sentarse en el suelo y ser grabados por un avión que volaba muy bajo.

Kramer apareció sonriente y agradable. Una orquesta empezó a tocar y fue entonces cuando Olga se dio cuenta que las estaban filmando para realizar un falso documental sobre estos nefastos campos.

Por otro lado, el doctor Mengerle, estaba muy acostumbrado a desnudar a sus víctimas para luego golpearlos de manera cruel y sin piedad. También la llamada «Ángel Rubio» Irma Griese esa bella mujer que es especialmente recordada por su profunda maldad.  Sólo el doctor Klein tenia actos más cercanos a la humanidad, debido a que pudo salvar de la muerte a unos cuantos prisioneros.

Todas estas bestias encontraron su final en los juicios de Luneburg donde se juzgaron a los jefes de los campos de concentración para que pagaran por sus crímenes contra la humanidad.

Joseph Kramer

Capítulo XX: La resistencia

Es impresionante el espíritu de lucha de estas personas tan golpeadas por sus captores, virtualmente los campos de Birkenau y Auschwitz era de resistencia.

Todo se daba en pequeños actos, cuando las trabajadoras del Canadá desviaban las cosas con destino a Alemania, cuando cualquier mujer retrasaba sus labores oponiéndose a los abusos, cuando esas desdichadas mujeres realizaban pequeñas fiestas e incluso cuando se lograban reunir con sus seres queridos, todos estos actos eran considerados resistencia contra los nazis.

El solo hecho de sobrevivir a lo imposible y dar testimonio al mundo lo que les sucedió era el mayor acto de resistencia que pudieran haber hecho.

Toda la información era suministrada por L, el cual había construido inclusive una radio en la cual divulgaba noticias sobre las ofensivas de los aliados para subir la moral de todos.

La valentía de algunos prisioneros fue tal que el 7 de octubre del año 1944, uno de los crematorios fue destruido. Uno de los prisioneros de las cámaras de gas logró fabricar un gran nuero de bombas artesanales.

Sabía que su destino se había sellado y no le quedaba mucho tiempo de vida, pues su única labor era la de retirar los cuerpos inertes de sus compañeros asesinados, era una labor de meses. Es por ello que se dedicó en sus últimos días a destruir esas cámaras de la muerte. En el éxtasis de la explosión algunos reos aprovecharon la oportunidad para fugarse. Lastimosamente fueron atrapados y fusilados frente a todos como ejemplo.

Capítulo XXI: París ha sido liberado

Uno de los prisioneros franceses que fue llevado un día a la enfermería llamó inmediatamente la atención de Olga pues en su rostro se notaba fácilmente que ocultaba una expresión de euforia y felicidad. El francés se acercó a ella y susurro en el oído que la ciudad de parís había sido liberada por los aliados. El rumor corrió con mucha rapidez y lleno de esperanza a todos en el campo de concentración, la moral de todos estaba por las nubes.

Capítulo XXII: Experimentos científicos

Se podía apreciar que el fin de los campos de concentración estaba cerca, sin embargo la maldad no disminuía, se practicaban experimentos hechos por los altos mandos nazis, estos llegaban al completo absurdo al igual que su ideología.

Los objetivos de los experimentos consistían en averiguar cosas relacionados a cuánto soportaba un cuerpo humano a temperaturas extremas antes de morir, otros pobres desafortunados los sumergían en agua salada para ver los efectos de la misma, la castración de los prisioneros era practicada de las formas más ruines, por lo tanto se experimentaba con muchos componentes químicos para disminuir el apetito sexual en las mujeres.

Existió en una oportunidad, un medicamento para los enfermos de tuberculosis, este se aplicó a los enfermos y la mayoría murieron, sin escrúpulos, los pulmones de estos enfermos fueron mandados a analizar, eran ratas de laboratorio.

Por último, la autora relata con horror como hacían pruebas con distintas hormonas, y se intentaban suministrar medicamentos contra el insomnio, los pacientes morían por la cura y no por la enfermedad. Cientos de miles de jóvenes entre 13 y 16 años fueron esterilizados para soslayar los caprichos médicos de los alemanes, entre las mujeres se les exponían a radiación con rayos X para después sacar sus ovarios y ver el daño que causaban estos rayos.

Capítulo XXIII: Amor a la sombra del crematorio

En este capítulo, la autora aborda la clara meta de los alemanes de acabar las razas indeseables que ellos consideraban inferiores, estos los hacían exterminándolos y realizando reducciones al   mínimo su descendencia.

No obstante, el deseo sexual de los soldados alemanes por las prisioneras, en algunos casos, verdaderamente retorcido, se daba hasta en estos lugares. Las blocovas poseían amantes, así como los oficiales del campo.

Inclusive se sabía de la existencia de un burdel, los soldados que veían a una mujer a su llegada en tren, tenían el privilegio de apartar a las más atractivas para su disfrute. Era poco común que las custodias tuvieran amantes, si las habían, estas gozaban de muchos privilegios.

Se podía palpar el férreo avance de los rusos desde el este y para el final de la guerra ya se apreciaba una brisa de libertad. Los soldados realizaban fiestas que, crudamente terminaban en orgias, donde todos se lanzaban a sus bajos instintos.

Lo más bajo que pudo observar Olga fueron los perros especialmente entrenados para violar a las reclusas para beneplácito de los soldados, un espectáculo de sadismo sin límites.

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Capítulo XXIV: En el carro de la muerte

Olga nunca perdió la fe y la esperanza de reencontrase con su marido algún día, tuvo la inmensa suerte que después de algunas pesquisas por fin dio con su paradero, nuestra narradora pudo enviarle una carta avisándole que iba a encontrarlo. La única forma posible de lógralo fue viajar en el infame «carro de la muerte».

Este carro era el transporte de los reclusos que sufrían enfermedades mentales, estos erar interesantes.

Entre alaridos casi animales, reclusos masturbándose y algunas parejas que simulaban el acto sexual, Olga viajo a reencontrase con su amado esposo.

Ambos eran solo despojos de lo que alguna vez fueron, sin embargo, su amor seguía intacto, se dieron aliento entre sí, para luego despedirse de manera discreta, pues Olga estaba viajando escondida, tristemente esa fue la  última vez que la autora vio a su esposo con vida, después de un tiempo, la zona fue desalojada.

En un sendero, Miclos se detiene a hacer lo que toda su vida hizo, atender a un hombre moribundo, ambos fueron baleados por un soldado nazi.

Capítulo XXV: En el umbral de lo desconocido

El principio del fin empezó el 17 de enero de 1945, ese día ocurrió un desalojo masivo en el campo de concentración de Birkenau. En el intento de ocultar el genocidio, se quemaron todos los documentos oficiales y se dio la orden del inmediato desalojo de los cautivos. Todo el éxodo inició a mitad de la noche. No cabía ninguna duda de que los soviéticos estaban muy cerca de ahí. Olga Lengyel, nuestra protagonista, tuvo mucha suerte de salir con vida de Birkenau.

en plena marcha hacia Alemania se empiezan a encontrar miles de cadáveres por doquier, ninguno de los cautivos se atreve a escapar pues los soldados y sus perros los mantienen estrictamente vigilados. En la lejanía, se escuchó un enorme estruendo que indicaba la presencia de los rusos en el campamento, pronto Olga sería libre.

Capítulo XXVI: La libertad

El estruendo inicial que había escuchado Olga se fue lentamente multiplicando en un verdadero pandemónium. Los nazis hacen que caminen más rápido. Los cuerpos tirados a los lados del camino eran más comunes, los oficiales nazis ordenan que nadie puede caer en manos de los rusos.

Olga se da cuenta que tiene que escapar a como dé lugar, pues posiblemente los maten a todos, en la confusión y el abrigo de la noche logra escapar, Ella pudo llegar a una iglesia y es resguardada por una familia que allí se encontraba.

Los soldados nazis patrullaban sin cesar toda el área. Olga estaba en Polonia y desgraciadamente fue capturada por los alemanes, sin embargo, sus ganas de ser libre hacen que logre escapar una vez más ya que el caos reinaba en el ambiente. El fin estaba muy cerca. Todo el poder de Iosef Stalin alumbraban el cielo alemán, fue esa noche que los rusos tomaron Berlín, dando fin a la guerra.

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Capítulo XXVII: Todavía tengo fe

Toda esta obra cierra con una reflexión de Olga, una introspección sobre la inmensa crueldad que se puede esconder en el alma humana, todo eso ante las cosas espeluznantes que tuvo que presenciar, hubo un punto en el cual llego a dudar de la benevolencia del ser humano

Sin embargo, las personas que lucharon con ella en los campos de concentración le enseñaron a tener fe y esperanza, todo eso dio frutos con su libertad, aunque perdió a toda su familia, vivió para contar una historia.

Esta obra realizada por la autora Olga Lengyel, es un fehaciente relato de los horrores vividos dentro de estos campos de concentración, nos trae la enseñanza de que en el mundo existieron tragedias que dejarían sin aliento a cualquier historia de ficción.

Un escrito dedicado a todas las personas que murieron durante el holocausto nazi, un libro dedicado a contar una historia cruda de sufrimiento atado a la esperanza de libertad que jamás debe ser olvidada por nadie. Si deseas leer mas resúmenes literarios.

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Gracias por leernos.

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